Desgastada. Fría y constante como las líneas de aquellas curvas que llamábamos violín. Suave como los lamentos de tu boca al no rozar mis labios. Y besos. Besos con sonrisa. De los que dejan huella en algún parabrisas al amanecer.
''Despierta. Dormida. Es un sueño o es la vida.''
No. Eran los latidos de su corazón. Aferrándose a cada músculo de mi cuerpo. Acercándose a mi piel. A mis pechos. Olfateando el olor de mi cabello.
No. Era la magia que cubría cual manto nuestra pasión. Y la misma que dejó que te fueras, sin el cigarro de después, por aquel callejón.
Tania.